Yo fui para tus sueños, italiana.
Te di mi desnudez y mi pecado.
Yo fui tu miedo oculto en el tocado,
aún así te di mi flor pagana.
Yo fui el amor, el viento en tu ventana,
el sol de abril brillando por el prado,
tu mar lleno de flores cual brocado,
cubriéndome la piel ardiente y sana.
Llegaron tus pupilas celestiales
a descubrir los bucles de mi pelo,
escribo entonces versos vivenciales,
convirtiéndote en mi mejor anhelo.
Sentimientos nocturnos, demenciales
me arrebatan el sueño y me desvelo.
Fue de viento aquel velo,
bailando en la cornisa de tu boca
ebria de amor, enamorada y loca.