Sumergido en la añoranza,
de aquellos años remotos,
buscaba entre viejas fotos,
los recuerdos de mi crianza.
El tiempo no nos da fianza,
sin compasion nos castiga.
No importa lo que usted diga,
los años pasan factura,
el que ayer fue una criatura,
la vejez hoy lo atosiga.
Ayer era solo un niño,
corriendo detrás de un sueño,
en mi mundo tan pequeño,
nunca me falto el cariño,
y al dejar de ser lampiño,
descubrí la gran verdad,
y es que el ser mayor de edad,
según cómo lo escudriño,
ya no tiene el mismo aliño,
que el tiempo de mocedad.
Inocente imaginaba,
que la vida era sencilla,
yo me sentaba en la silla,
cuando comer me tocaba,
y rápido devoraba,
aquel delicioso almuerzo,
sin pensar en el esfuerzo,
para ganar el pan diario,
con un mísero salario,
proeza que ahora ejerzo.
No sabía de facturas,
de recibos mucho menos,
pero tenia mis estrenos,
así hiciera travesuras,
mis acciones inmaduras,
me sirvieron de enseñanza,
y ahora tengo la confianza,
para dar un buen consejo,
yo aprendí a punta de rejo,
oigame sin desconfianza.
La etapa de la niñez,
son juegos y diversiones,
ignoramos las razones,
que atañen a la adultez;
Cuando llega la vejez,
merma nuestra fortaleza,
también aquella belleza,
con el tiempo se ha perdido,
pero en cambio se ha adquirido,
la experiencia y su destreza.
Autor : Maikel Mendoza.