Susurraste “te amo” entre el sueño
y el desvelo, yo tendido a tu lado,
sentí que mi corazón, débil lumbre,
en dulce dicha quedaba temblando.
Noté que se me escapaba la pena
como un fantasma, de improviso,
cuando oí esas dos palabras
quebrar el aire oscuro y limpio.
Percibí todo el amor levantarse
como una montaña soleada
y atravesarme el espíritu,
en tanto la inquietud, callaba.
Mis ojos indagaron lo invisible
por tus dos palabras, pero raudo
y sediento también el aire de amor,
las tragó con boca de minotauro.
En derredor fue de nuevo silencio
que aleteó con alas inmensas.
Mi pecho sintió el eco tembloroso
de tu amor entre lejano y cerca.
Expectante a tu lado, no sé si dormías
o estabas en la siembra de tu amor
con el coraje de quien siempre
con la verdad ama y con el valor.
Yo deseoso que no despertaras,
ignorando si tus palabras ilusión
o verdad eran, una cosa o la otra
serían, ¡pero no las dos!