Salada, salada, salada,
como la agüita del mar
tiene la boca mi niña
cuando me la da a besar.
Porque sus lagrimas nacen
en un manantial de sal.
Porque sus labios relucen
como reluce el coral.
Las suaves olas dibujan
su figura escultural.
Las largas algas envidian
su cabello natural.
La arena marca sus pasos
y a su paso sale el mar.
Y su aliento huele a yodo
y se transforma en cristal.
Su mirada se traslada
y se pierde en ultramar.
Pero no es una sirena
... por eso la puedo amar.