Sopla la brisa
y el viento del nordeste
nos estremece.
Se ven gaviotas
de paso, por la playa,
como turistas.
El cielo, limpio,
se tiñe con añiles
muy celestiales.
Se ven dos ángeles
jugando entre las olas.
¡Pero son niños!
Brincan y saltan,
superan a la espuma
y a las resacas.
Desde la orilla
hay ojos, vigilantes
de los mayores.
Y mar adentro,
nos deja, el horizonte,
algún navío.
Barcos que pasan
con rumbo indefinido
hacia otros puertos.
Y tú descansas,
estás de vacaciones
y hasta suspiras.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/07/22