Si conociéramos las horas en que miraremos a las paredes blancas
Si supiéramos la hora en la que se desordenan los pensamientos y cae una noche dentro cada cabeza
Si conociéramos el punto de quiebre de un corazón
Y la sintonía con cuál se forjan los besos,
podríamos construir un desvío para algunas penas
o por lo menos acompañarlas con café y galletitas
Si conociéramos
donde el abrazo se fusiona con la vida,
donde puedes salvar una que no sea la tuya, podríamos desenvolver los puños
Y cantar victoria mientras nos damos las manos.