LA NIÑA DEL ARCOIRIS.
A ella le gustaba escribir mientras dormía, crear las fantasías que más la hacían libre, ser una princesa de luces, paz y vida, saltando en la pileta de sueños infantiles.
A ella la envolvía un aire de locura, de brillo, de esperanza, incluso de candor, a veces parecía que era una burbuja que iba y se elevaba, tan alto como el sol.
A ella le rían los tímidos zorzales, los ángeles silentes del bosque enternecido, y el canto se mezclaba en ríos de cristales al ir dejando huellas por todos los caminos.
A ella le gustaba destacar el arcoiris, llevarlo a lo más alto, tan alto como el sol: la niña era sonrisa, su espíritu era libre y todo era el producto de su imaginación.