(Después del accidente IV)
Desgracia de unos,
felicidad de otros...
Ni justicia hay cuando la suerte
la decide el destino.
Un destino que se equivoca en casI todo.
Pero dejemos a un lado las palabras sin sentido.
Todavía lloran los dolientes,
y ya la fortuna toca a la puerta de los vecinos.
Es la fortuna infortunada,
que llega para bien de los que algo material
han perdido..
Pero, soy un humilde poeta,
que ademas de sentir lo sucedido:
no piensa con los oidos...
Allá, en la humilde casa del accidentado,
todavía los dolientes no pueden aceptar la desgracía
del familiar perdido.
Una desgracia que solo Dios sabe
por qué ha ocurrido.
.
Acá, en el lugar del fatídico accidente,
muy lejos del hogar del fallecido
los residentes de la casa dañada,
(que por fortuna no perdieron ningún ser querido)
se benefician hoy de la fortuna infortunada,
de recibir una nueva casa,
que la alcaldía local les ha construido.
Se cierra así un caso
donde parte de los afectados
han recuperado su hogar dañado,
y gracias darán a su Dios,
y al alcalde,
que por su empeño en el cargo,
y con el esfuerzo de muchas personas,
unidos todos lo han conseguido..
Pero, soy un humilde poeta,
que ademas de sentir lo sucedido:
no piensa con los oidos...
Tampoco podemos obviar,.
que en medio de tal desplieque de prensa,
donde los noticieros suelen llegar primero
que la atención a los heridos,
los políticos que reparten y reparten,
se quedan siempre
con la propaganda de su parte...
Y allá, en el humilde hogar del fallecido,
apenas se escuchan los aplausos recibidos.
Frank Calle (14/ julio/ 2022)