Joseponce1978

La burocracia del más allá

No recuerdo bien como llegué hasta allí, el caso es que al recobrar la conciencia me vi tumbado en una cama de hospital. Aturdido, miré a la izquierda y pude ver a mi lado a otro paciente en mi misma situación; entre nosotros, sendos monitores cardíacos marcaban el ritmo de nuestros latidos. No podría asegurarlo con certeza, pero juraría que el pitido del aparato pegado a mi cama era más irregular que el de mi compañero de habitación.

De pronto se abrió la puerta, entraron 2 operarios de limpieza y comenzaron a barrer y a fregar el suelo. Con la voz apagada, les pregunté por el tiempo que llevaba hospitalizado y cuales eran los motivos que me habían llevado allí. Me contestaron que ellos no disponían de esa información, y en cuanto llegasen los enfermeros o el médico, me informarían al respecto.

Al poco de irse los trabajadores de la limpieza, uno de los monitores cardíacos comenzó a emitir sonidos más espaciados. Sobresaltados, tanto el otro enfermo como yo dirigimos la mirada a las pantallas donde una línea roja iba describiendo la cadencia del pulso. Pese a sentir una fuerte presión en el pecho, suspiré aliviado al ver que era la línea del otro paciente, y no la mía, la que apenas oscilaba. No sentí alivio ante la comprobación de ver como a mi compañero se le estaba parando el corazón, sino por saber que no era yo quien se estaba muriendo.

Ambos nos miramos fijamente, y aunque él había empezado a palidecer, sin demasiado esfuerzo consiguió incorporarse y de un salto se puso de pie junto a la cama. En cambio yo, me sentía cada vez más mareado, y apenas podía moverme. Con un hilo de voz, le dije que le diera un golpe con el puño al monitor porque algunas veces los aparatos electrónicos fallan y dándoles un porrazo se arreglan. Lo último que escuché antes de quedar inscosciente, fue un fuerte golpe y el pitido sostenido que certificaba la parada cardíaca: \"piiiiiii\". Después de mover los monitores cardíacos para fregar el suelo, los limpiadores se habían confundido y los cambiaron de posición al volver a colocarlos. Por lo tanto, los cables del monitor que constataba el fallo estaban enganchados a mí, de manera que era a mí, y no al otro paciente, a quien se le escapaba la vida, aunque debido a la fatídica equivocación, también estuvieron a punto de matarlo a él del susto.

Mi experiencia no fue la de un viaje astral o ver luz al fondo del túnel ni nada por el estilo. Floté, y flotando me detuve bajo un gran edificio. Eché un vistazo a mi alrededor y aparte del edificio, no había nada; un inmenso vacío se extendía en todas direcciones, tanto horizontal como verticalmente. El edificio también flotaba en el vacío y en su base tenía una gran abertura por donde entré. Ya en el interior, a mi derecha pude ver un ángel detrás de una ventanilla y me acerqué a preguntar.

-¿Qué desea?-.Me dijo el ángel con expresión displicente.

- Mire usted, me acabo de morir y querría informarme de los pasos a seguir...

- ¿Es la primera vez que se muere?-. Me interrumpió impaciente.

- Pues yo diría que sí. No sé si anteriormente he tenido otras vidas y vengo de alguna reencarnación. Es lo único que me faltaba, tener nostalgia de vidas anteriores, como no tengo bastante con ésta última.

- Bueno, para asegurarnos, le voy a entregar un impreso y me lo rellena con sus datos personales-. Me ordenó antes de abrir un cajón y entregarme un folio. -Cuando lo haya cumplimentado, lo lleva usted al registro de vidas, en la tercera planta. Allí le entregarán un certificado y cuando lo tenga, se pasa por la quinta planta a pagar las tasas, y me trae el certificado y el justificante de pago. Espere un momento que le voy a pedir cita en el registro para ir agilizando el trámite y así tal vez le de tiempo a entregármelo esta misma mañana. Cuando me haya traído esos documentos, dependiendo de si es la primera vez que viene por aquí o si está registrado, tal vez se pueda evitar los trámites del juicio final, porque en estos momentos aquí la justicia va con mucho retraso, y así tendrá la posibilidad de pedir plaza directamente, según su historial de pecados en vida. Le anticipo que hay 3 niveles de cielo, dependiendo de los pecados cometidos: tenemos el cielo supremo, para quienes vienen con el historial de pecados impoluto; el cielo intermedio, para quien haya tenido una conducta pecaminosa leve; y los suburbios del cielo, donde van los pecadores absueltos tras superar una serie de pruebas de reinserción y consigan la expiación. Por último, está el infierno, que tiene el aforo completo y una lista de espera en su antesala de 2 siglos. Según tengo entendido, la antesala es menos acogedora que el mismo infierno. Bueno, para no adelantarnos, tráigame la documentación y ya le indicaré el siguiente paso.

- De acuerdo, se lo traeré lo antes posible.

Subí a la tercera planta, y tras pasarme un buen rato buscando entre incontables puertas, la reanimación cardiorrespiratoria surtió efecto y desperté de nuevo en el hospital. El equipo médico que me acababa de reanimar me preguntó por el documento que llevaba en la mano. Como pude, me acerqué el impreso a la cara y comprendí la magnitud de mi desgracia. ¡La próxima vez en morir tendría que empezar con todo el papeleo!