Serenos como el mismo firmamento,
y azules, como lagos cristalinos;
sus ojos son el faro de mis versos
y lumbre en los eclipses de mi hastío.
Prendado de sus regios parpadeos,
por verme en sus retinas yo deliro;
y busco el titilar de sus destellos
que traen del Olimpo lo divino.
Poseen la preciosa incandescencia,
que ofrecen las estrellas por la noche
brillando como lámparas votivas.
Por eso les ofrezco mis poemas
que son de mi pasión los portadores
que expresan del amor su sinfonía.
Autor: Aníbal Rodríguez.