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LA CASA

A LA CASA

La noche y el día llevan sus vueltas

por el amarillo de los manzanos.

Allí, el aroma se queda

hablándole a la tierra

y ella huele alegrías.

La primavera nace

en un manto de verdes

que una siesta espera

y sueña ventanas con la luz

y el fuego del sol.

 

 

La casa,

un lugar de mi infancia

con su patio y las flores

y un arroyo cantando

sobre cuatro hojas de trébol.

 

Allí la montaña es alta,

los abrazos se despiden,

los álamos oscurecen,

el cielo abre las llaves de su espejo

y las primeras tres enanas blancas

 conocen mi camino ligado a las estrellas.

 

 

La casa

ha doblado la ausencia y sentirá

el adiós.

De mudanzas despide

un día empedrado de distancia.

No son mis versos los que la hieren

sino las lluvias tejidas de lágrimas.

Y al final,

pensando en ella

un día aparecen mis soledades

antes de morir.