Oigo el reír rumoroso
de un río tan risueño.
Mójase el ardiente sueño
que tuve cuán caluroso.
Oh qué libre va, y dichoso,
envolviendo mi legría,
que a mi pecho le latía
ameno nacer de viento,
que en mi espíritu yo siento
lo que amoroso corría.
En murmullos de querer
corriendo salen de mí,
suspiros de amor por ti,
ondas que deja correr
mi pecho que ama verter
en cristalina corriente,
mansa a veces, o bullente,
por la Vega de tu huerto
do mana el agua ,¡cuán cierto!,
yendo a tu pozo silente.
(salvador)