Como has de ser ahora -me pregunto-
cada vez que recuerdo y vuelvo los ojos
hacia los astros.
Como han de ser las mariposas
y la luz aurea
en esos tus ojos que ahora duermen.
El aire silvestre baja ahora sin cesar
y revoloteando se va
sin llevar nada.
No hay susurros ni voz desnuda
ni lagrima escondida. ¡Nada!
Es un grito ahora todo este silencio
feroz
en que me perdí,
es una sombra de mil años
lo que ha quedado
en la intemperie, aclimatado
a los huesos en su última función.
La vida es una moneda de dos cruces
girando entre sombras
y como quiera que caiga
siempre será una cruz.
La vida es mucha sangre corriendo,
mucho silencio
en las bocas lleno de algas de llanto.
Ahora las amapolas son negras,
las garzas pájaros del luto volando
en las noches sin luna,
y el camino es una larga cinta, largo hilo
de tierra estéril y arenosa.