Cara al sol con la camisa abierta
sin imaginarlo construía su propio ocaso.
Aguantando en un descampado el destino con los brazos en la espalda.
Sombrero de paja, ojos clavados en el pico de una excavadora.
Observando abrir monótonamente una zanja.
Desviando del lugar a los transeúntes para que no sufrieran ningún percance.
Cara el sol con la camisa abierta,
parecía un espantapájaros entre viviendas de lujo.
Abriendo su propia tumba para la construcción de nuevas mansiones.
Un día, y otro… día de lunes a viernes ,
de 7,30 de la mañana de 19,30 de la tarde.
Siempre junto una zanja parando el tráfico
y haciendo señas al operario de la excavadora.
Sin haber perdido el juicio,
imaginaba su vida en un huerto fresco
con una palmera junto una barraca
escuchando el agua de las acequias regar la huerta,
observando el sol bajo una higuera.
Respirando el aroma de los geranios
Cayó una sombra tan rápida,
que no pudo verla.
Fue un golpe de calor y quedó libre,
cruzaba en una barca al otro lado de la vida.
Dos operarios bajo el sol con unas pala abrían zanja para él .
El golpe solemne del ataúd sonó a las 19,30 de la tarde de un viernes,
Los trabajadores dieron por finalizada una vida y una obra.
Ángel Blasco.