La mujer que yo quiero
serán sus medidas
tan perfectas para mí,
que al verla sabrán
que solo Dios
me la pudo dar.
Será su sonrisa
como el sol al brillar.
Serán sus palabras
como albricias
al que la ha de escuchar.
Serán sus cabellos
mi honra celestial.
Será su recato
en contra de la mar.
Será su mirada un descanso
que solo en ella he de hallar.
La mujer que yo quiero
sus medidas serán,
como en proverbios
la describieron:
Treinta y uno, diez
Y treinta y uno.
Veintidós son
las piedras preciosas
que la adornan
y en ella alabada será.
!No habrá otro hombre
más dichoso que yo!
Pues ella será mía
y yo de ella,
seremos uno y no dos.