La oscuridad me da paz, no miedo.
Para mí es tranquilidad.
Es tan satisfactorio mirar a la distancia y apreciar tal belleza.
Oír nada más que el cantar de los grillos y sentir el viento fresco en las mejillas.
Las ramas de los árboles creando sonidos que quizá, en una parte de la niñez pudo causar temor hacia aquellas dulces notas e incluso llantos.
Contemplar el cielo y sus linternas es tan bello, que en este momento está obligándome a hacer poesía y tomar tu mano mientras la recito.