Amiga no te mueras.
Desmuérete del alba, que te lleva.
Desmuérete del todo, de la lentitud eterna.
Amiga, ya estás muerta.
Muerta en la voz de Neruda que te escarba en un paladar
Que no te suelta.
Donde se conjuminaron universos de salivas,
Que son lúgubres anginas de piedra.
Amiga, la muerte es para el que se queda
Continente de cactus y amor picado como carne rociada
En memorias y cenizas que se esparcen inertes.
De souvenires cristalizados en las lámparas ancianas
Que hacen los faros penitentes de tu halo.
Amiga de Neruda, reencarnada en los albores
En los truenos, en los tubérculos marinos.
Habitada en estos versos que se pintan de tu luz
Antorcha de la poesía que regó tu legado
Como un amor recién parido en víspera de tu muerte.
No hubo tanta desesperación en unas letras
Como la que truncó el labio partido
Que calló afirmaciones valientes.
Para todo el que no se enferme en vida,
No lo curará la Muerte.
Amiga embriagaste al poeta que un día
Te contrajo esposa en polvo y carente,
de latidos en la noche sobreviviente.
(Inspirado en el poema de Pablo Neruda).