Sin que ellos me sostengan la mirada
bien me percato sin que alguno hable
buscando tácitamente al culpable
por las mil mordidas en la almohada.
Les amenazo con mi cara hinchada
pero al ver su nerviosismo adorable
queda mirarlos por el lado amable
y respirar una risa forzada.
Mientras mueven su patitas al suelo
abren su boca con hilos de estambre
sin que sospechen de mi desconsuelo.
Mi nevera sufre fuerte calambre
y ellos enroscado su cola al cielo
solo me ladran cuando tienen hambre.
...s. ....l