En mi vida sedentaria
fuiste luz que me alumbró,
una bella luminaria
que el destino me ofreció.
Tenías luz especial
como regio querubín,
y brindándome tu esencia
de perfumado jazmín
con tu mágica presencia
serías de amor mi grial.
Mi antigua melancolía
de música tu llenaste
y fue tu voz melodía
con la cual me contagiaste.
Siempre vivirá en mi mente
la dicha que me ofreciste
plena de regio fulgor
pues tanta alegría diste,
y fue tan claro tu amor
que aún lo siento latente.
Jamás podría olvidarte,
si de ti, mi alma esta llena,
eras el bello estandarte
que siempre abrigó mi pena.
Tus caricias redentoras
fueron mi sacro sudario
que salvación me ofrecían,
y fue mi bello santuario
tus besos, los cual tenían
las alas más soñadoras.
Nuestras almas se encontraron
igual que estrellas fugaces
y nuestros pechos vibraron
con mil deseos tenaces.
Quedarás en mi memoria
como bella poesía
con esos dulces arpegios
que me ofrecen la ambrosía
de tus encantos tan regios
que me brindaron la gloria.
Al recordar los amores
que contigo yo viví
miro brillar resplandores
de la pasión que te di,
y me quedo embelesado
buscando la inspiración
para escribir un poema
que sea dulce canción
y tu nombre sea el tema
de mi verso apasionado.
Autor: Aníbal Rodríguez.