LA BIBLIOTECA DE FUEGO
A usted le ofrecí mi biblioteca de fuego prohibida y al leerme hasta ardieron los versos que nunca le escribí.
A usted le ofrecí las llamas del infierno y desde entonces jamás renunció al fuego que la hizo arder.
A usted le ofrecí todas las hectáreas de mi piel y me propagó el calor como fuego que alimenta la vida.
A usted le ofrecí un beso ardiente y me enseñó en mi boca la definición exacta de la palabra hoguera.
A usted le ofrecí quemarse con mi fuego, pero fue usted la que me enseño a jugar con el.
A usted le ofrecí, la tentación y el pasaporte la seducción, pero al final
el tentado y seducido fui yo.
Hay fuegos que no arden pero si encienden a cualquiera.
Siempre existe un incendio entre
dos cuerpos en llamas.
Jordi Etresi
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