Se derrite el cielo, su agua me baña,
y en un instante, el tiempo se preña
de nostalgias cubiertas de sinsabores,
llenando de melancolía los atardeceres.
Duele el alma, atravesada por los espinos
que el tiempo ha plantado con sus ecos;
esperando que el tiempo sane las heridas
que en carne viva van generando lágrimas.
Solo el aire amaina el mal de los avatares
que van deconstruyendo las ilusiones;
recobraré el ánimo y remontaré al infinito,
buscando el asidero que me mantenga recto.