Frases exquisitas de poetas muertos,
tiñen la locura de los desencuentros;
se pierde en el tiempo tu llanto desierto;
se encuentra conmigo en un mar de sueños.
Si las melodías no fueran recuerdos,
serian estruendos, cubiertos de hielo,
y si el arcoíris fuera en blanco y negro,
solo con tus ojos se pintaría el cielo.
Los ángeles fueron testigos inciertos,
de tardes eternas y de besos tiernos,
y escandalizada tu alma desnuda,
me enseñó a vivir a pura locura.
En una madeja, se enrolló la vida,
y en cada tirón, se devana un día.
El hilo se acaba y… ¿Quién lo diría?;
Quisiera que fueras la que me sonrías,
cuando la madeja se quede vacía.