Anne Black

Cobarde

Camino por el corredor de la escuela con la esperanza de cruzarte en el pasillo, y sin embargo te veo sentada y con la cabeza apoyada a tu pupitre. Allá, en aquel salón que nos separa, y me congele observándote y todo lo demás paso a segundo plano; estabas ahí dormida, hermosa. Tus labios rosados tan serios, tu pelo suelto y fino acompañan tu cara convirtiéndote en un ángel. Me perdí en ti y no quise moverme de dónde estaba, porque solo quería seguir mirándote, amarte en silencio que por culpa de mi cobardía, no me animo a saludarte y todo este amor comienza a pesar, pero de repente suena la chicharra y te levantas rápidamente, estiras tus brazos junto con un pequeño bostezo, y me ves, me sonríes y me voy.