Quizás la lluvia bajo el sol
hierva
y en el silencio fluya
arrastrando
algunas espinas dormidas;
Quizás el aire muerda tus manos
al encontrarte
y resbale mucho hasta tus pies
cansados.
Quizás me recuerdes, ahora
que anochece y nada es
como ayer.
Tus ojos tristes brillaban, tus manos
dulces como las uvas
enredadas en el aire llegaban a mí;
Luego reías,
y toda la luz aurea de tus ojos ardía
en un beso;
Y yo feliz me acostaba a tus pies
con una devoción germinal
de amor que no se ha ido.
¡Ahora te extraño! Ahora miro el horizonte
cuando cae la tarde
y un lejano fondo sangriento
me dice que no estas.
Ahora te pienso y melancólicas flores
se visten de pena,
y los recuerdos caen como enormes
pedradas
haciéndome doler el corazón.
Ahora tiembla mi boca y mis ojos tristes
son ojos de un sol negro
que va bajando en silencio
a morir en soledad.