Otro amanecer grandioso
en que me ves caer sin fin a un pozo
que fondo no conoce
amigo de mis puntuales desórdenes
de vida al rimarla en vastos códices
de calco indescifrable
en eslabonados colores deshaciéndose
que son de mi ánimo triunfantes
y mi alma sube a flote
con presteza y elegancia:
lo que soy es mismo nada...
Corazón que no galopa
si tú no lo cabalgas;
con el rostro desmontado
estoy yo rogándote que lo hagas
más rápido de lo que viene siendo ya habitual
dejando a un lado toda arrogancia,
que al final se paga
con lo que no tienes para dar
y vas secándote
sin que nadie se percate
desamado. Con dolor
del todo aparte
sufro yo silenciosamente
en un cuarto que cuando me trague
mi cuento entero se habrá acabado...