LA MUJER DE HOY.
La mujer de hoy no depende de un hombre para caminar por el siempre duro sendero de la vida. Depende de sus propios pasos, y muchos de nosotros necesitamos de esas huellas para encontrarnos con un mejor destino, más certero y más valioso.
La mujer de hoy no recurre a las lágrimas para prolongar su estadía en la tierra, sino a su inteligencia para alcanzar sus metas y hacer valer su propósito en la vida. La mujer de hoy, vive.
La mujer de hoy piensa más allá de la cocina, más allá del almuerzo al otro día, se prepara un camino hecho tanto para ella como para quienes ama, es una mujer completamente visionaria.
La mujer de hoy trabaja tanto o más que las de antes, pero las de hoy lo hacen para costear sus propios sueños y no deberle a nadie su sonrisa o su paso por el mundo, por lo que, en definitiva, son sus derechos.
La mujer de hoy no ha perdido el romanticismo: aun es sensible ante una flor, aun gusta de los chocolates, aun suspira por un poema, aun aprecia los gestos hechos con cariño. No es indolente, simplemente sabe cuándo serlo.
La mujer de hoy no busca el silencio cuando siente el ataque verbal o físico de un hombre. Hoy se enfrenta con astucia e inteligencia cuando se mira en las penumbras, y de ellas sale con su propia luz, sin anclarse en los rencores ni a las tristezas abismales que no conducen a ningún lugar visible.
La mujer de hoy también sabe que no todos los hombres son el producto de un mismo corte, saben que aun quedan galantes, generosos, sensitivos y también quienes respetan su presencia y opinión.
La mujer de hoy lucha por la vida, por rescatar al mundo de la cruel mediocridad, del horno incandescente provocado por la ignorancia del inconsecuente e intolerante ser humano.
La mujer de hoy se cansó de ser sumisa, de ver como su madre gastó su vida sin ser valorizada y vagamente respetada. La mujer de hoy es otra, una que concreta a paso firme su misión, en base al pensamiento libre y sólido sin temor a darse cuenta que sus propias manos son capaces de alcanzar con éxito el soñado porvenir.
La mujer de hoy es significativamente mejor que la de ayer, no es perfecta, pero va por el camino que le bloqueó el mundo en su momento, sin miedo alguno a ser apuntada, a ir con soltura y sin la culpa sobre su espalda.
La mujer de hoy sabe amar mucho más que las de antes. Son independientes: saben amar sin ataduras, sin amenazas y con una libertad que las encumbra a tal punto que un día han de ser vistas como las banderas de lucha de aquellas que formen parte de las nuevas generaciones.
Las mujeres de hoy serán la inspiración de las que vendrán un día a brindarle una nueva esperanza al mundo. Ésas son las de hoy (la inspiración), pero las del mañana serán el poema escrito y hecho: el poema completo, el narrado para decirle al mundo que ellas son la vida misma, las creadoras de todo lo que has visto y que has de seguir viendo si también amas la vida.