Raiza N. Jiménez E.

Era un Adiós.-

Confieso que te he mentido, eras mi amor.

Siempre te quise, pero yo, no te creía a vos.

Cómo olvidaré que me enamoré de tu voz.

Supe qué dudar de ti, era mi íntimo clamor.

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Te hallé en el Pago de mi hermano: El Cantor.

Nada sabía de ti y te pregunté: quién sos vos.

Te sorprendí viéndome y escondiendo la tos.

Mi hermano te invitó al fogón, cerca del calor.

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Sus ojos como flechas me seguían insistentes.

Nunca vi a mi hermano tan rudo e irreverente.

Oí mi nombre, era mi hermano, el inclemente.

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Lo seguí, nunca le vi tan hosco y tan pendiente,

y dijo en tono duro, tiene tisis, es mi paciente.

Nunca me sentí tan mal por ser su confidente.