Tras del vidrio, en mi ventana
me llega como virtud,
la lejana latitud,
que contemplo en mi mañana.
¡El malecón de La Habana,
con una calma infinita!
Es la imagen exquisita,
donde a lo lejos el mar
parece al cielo abrazar
en una obligada cita.
El horizonte se excita,
¡son especiales momentos!
suave con un soplo el viento,
al romance nos invita.
El corazón se me agita
viendo al cielo y su hermosura.
Y me trasmite ternura
con esos blancos celajes.
¡Cuánto admiro los paisajes,
que me regala natura!