Y la flor quedó tirada
a orillas, de una vereda,
cerca de aquella robleda,
donde murió con dolor
derramándose su savia
deshojando, su corola
y quedando, la chabola,
triste, sola y sin su amor.
Y los pájaros… ¡cantaron!
presagiando la tristeza
al mirar, en la pobreza,
que moría aquella flor
extendida, sobre el monte
donde con la luz del día,
cada vez, palidecía
y perdía su color.
Preguntaron: ¿quién sabía
lo que le había pasado?
Pero todo, silenciado,
provocaba un escozor.
El silencio era tangible.
¡Se sentía tanto miedo
bajo aquel viejo robledo
triste y muy desolador!
Nadie supo decir nada
de la muerte, acaecida.
¿Qué valor tiene la vida,
si no causa conmoción
ni siquiera pesadumbre
que una flor se esté muriendo
y se vaya consumiendo
sin causar indignación?
¡Cuánto trato displicente!
Hoy no importan los humanos
se asesinan con sus manos
y no importa la moral,
(Los principios y valores).
¿Y si el mundo es más complejo,
cuál será el mejor consejo?:
¡Haz el bien, más nunca el mal!