Nicole Radetzki

Páginas Húmedas

Aún recuerdo la primera vez que te vi entrar
en esta guarida de libros, en esta biblioteca que oculta más
de lo que podrías llegar a desear
recuerdo tu figura asomarse
y cómo olvidarla si en tu andar destellabas como un ángel
o así tan cautivado te recuerdo

repleto de nerviosismo mis ojos se encontraron en ti
con tantas inseguridades traté de dedicarte una sonrisa
temeroso de lo que podía llegar a suceder

ahí clavaste tu mirada en mí

¿Y ahora qué hago?
¿Corro hacia esos pasillos oscuros o me atrevo a hablarte?
¿Por qué tener tanta vergüenza? ¿Serás una diosa del olimpo
o una bella estaca para mi corazón?

y ahí, clavando tus ojos marrones en mí, sonriéndome
o quizás
sonriendo a aquellos libros detrás de mí
(quiero creer que soy el causante de tu sonrisa porque sólo así estoy dispuesto a hablarte)

entre pensamientos nulos, entre tanto revuelo, voy hacia ti

ahí estás, en la sección de poesía, de autores no famosos
me asombró el libro que elegiste: Páginas húmedas
y con un leve tartamudeo lo cité

tus ojos nuevamente fijaron tu mirada en mí
con una leve sonrisa me dijiste
“Me gustaría que tuvieras otro lugar húmedo en vez de unas simples páginas”

perplejo
iluminaste algo más dentro de mí
y sin pensarlo susurré
—¿Querés jugar a esto?
—Sería un placer

ingenuo de mí que te pregunte el porqué
que ahí entendí que eras más que un ángel
eras aquella muchacha que recorre pasillos desiertos en busca de seres indefensos para comerlos

con tu sonrisa siniestra te acercaste a mí
me robaste un beso o quizá una parte de mi alma
puedo sentir tu satisfacción porque obtuviste todo lo que pretendías
el dejarme con el ardor de poseerte
pero puedo asegurar que aquellas palabras quedarán penetradas en mi alma
“No es bueno jugar con fuego y después no apagarlo”
porque dichoso sería aquel que humedeciera tus labios
con simples versos de desdén
como una biblioteca oscura
que oculta indefensos para que tú puedas disponer.