Con eterno gozo esperando los susurros al oído.
Síempre el deseo de entonar las melodias
el pasar junto a alameda, su llamado esperaré hasta que amanezca y llegue la alborada
acompañada de hermosas rosas florecidas alegrando el paisaje y de mañana canten las aves de los campos y sembrados hechos con manos laboriosas de hombres rudos ocabados por el sol de cada día. Almas sencillas nobles y de grande corazón que aran la tierra con tezón llevando a la siembra las semillas del amor. El eslabón del terreno ya fertíl y abonado nos entrega la bonanza del labrador empesinado.
confiado de un nuevo dia majestuoso.
Bernarda