El eco de un quejido doloroso
transido de infortunios y pesares,
escápase de un pecho quejumbroso
que llora en las entrañas de los mares.
Quejido provocado en la agonía
de un alma despoblada de ternura,
quejido lastimero que en el día
refugio sólo encuentra en la amargura.
Las olas cuando rompen en las losas
lo estrellan convirtiéndolo en espuma,
lo entierran en la sima de las fosas,
allá donde el ensueño ya se esfuma.
El eco de un quejido pesaroso
retumba en las colinas de la sierra,
escápase de un pecho quejumbroso
que llora en las entrañas de la tierra.
Quejido que un dolor profundo aqueja,
penando las heridas de un fracaso,
quejido muy cansado que se aleja
envuelto en el invierno del ocaso.
El viento cuando sopla se lo lleva
al sitio donde muere el sentimiento,
allá donde la cúspide se eleva
y cesa de manar el pensamiento.
El eco de un quejido misterioso
transita en los engaños de la suerte,
escápase de un pecho quejumbroso
que llora en las entrañas de la muerte.