Qué gusto, amor...
Andar al compás y detrás de tus faldas,
cómo se contonea mi alma en tus piernas
y mi corazón al ritmo de tus andares.
Qué placer, Mujer...
Estar pegado a tus espaldas cual tu sombra,
mecerme en tus caderas firmes y retadoras
y dejarme llevar por “ciertos” placeres.
Qué delirio, frenesí, que delirio,
ser cirio encendido en noches apasionadas
y alumbrar tenuemente tu ribera gloriosa:
Orillas con tus olas que besan mis soñares.
Qué locura, chiquilla, que locura,
cuando te asomas a mi vida y la alumbras,
y sacas del sueño mis apasionadas ansias:
Anhelos tan “palpables” si me quieres.
Cuanto amor, Mujer, cuánto…
Cuanto y cuánto te ha de querer mi corazón
si mi amor nunca jamás dejará de crecer.
Un amor, Mujer, que no lo verás envejecer:
Se detiene el tiempo en tus besos.
En tus besos, Mujer, se detiene y en tu cuerpo crece y crece, echan raíces mis pasiones y van brotando las ramas cargadas de hojas. Cada una de ellas, Mujer, son suspiros, pétalos convertidos en gemidos de amor y placer, cada vez que siento palpitar en tus adentros mis deseos “ciertos” y erguidos.
Ríos de sangre que se desbordan en tus orillas, donde, ¡ay, tiempos inmemoriales!, descansan mis alforjas repletas de rosas rojas, besos frescos, caricias comprimidas y perlas doradas. Frutos de las palmeras de mis tierras abandonadas que esperan, unos, ser comidos por tus labios húmedos y apetitosos y otras, ser regadas con el agua de tus encantos. Esos que vas derramando a tu paso y que voy siguiendo como sombra de tu sombra, “meciendo mis deseos” al compás de tus caderas firmes y retadoras.
Alárgame una mirada encendida de sonrisa, Mujer, qué ciego me he de volver si en la espera no me llega la luz incandescente que transmites cuando miras de frente.
Y cuando me vaya, chiquilla, vendrás conmigo para que alumbres los caminos del más allá y la soledad no sea más que un espejismo. En mis manos llevaré tu perfume de Mujer interminable, en mis ojos, el brillo dorados de los tuyos y en mis recuerdos, nuestro poema de amor inagotable.
Mis letras cambiarán de color,
nadie mira igual a nadie,
pero no así la luz de mis ojos,
que será siempre inalterable.
Te miro y es mi amor que prolonga mi sentir,
te pienso y son mis ojos los que te ven...
- tan hermosa, tan linda, tan exquisita -
Luz que busca luz, mis ojos en los tuyos.
Y, entre tus negras pestañas negras,
la claridad dorada de mi amanecer, Mujer.