El tiempo es inexorable
y el vivir, es tan finito;
te mueres, poco a poquito,
en un proceso imparable.
Morir, nunca es deseable,
quisieras ser infinito
amando lo que es bonito
por su ternura impecable.
¿Quién quisiera ser eterno,
con tantos años encima
sufriendo un eterno infierno
si la vejez te lastima
en este tiempo “moderno”
que al viejo, se subestima?
Nadie podría pensarlo
nadie podría admitirlo
si nadie puede sufrirlo
ni siquiera, imaginarlo.
Pero… ¿quién podrá pararlo
el tiempo sin asumirlo,
el tiempo, sin consumirlo,
si no puede controlarlo?
Si acaso, queda una huella
quizá, quedará visible,
lejana, como una estrella
con tenue luz apacible
cuando el cielo se oscurezca…
cuando la vida… ¡fenezca!