Te me clavas en la carne ¡oh, Cristo redentor!
don del cielo, lámpara encendida;
\"el camino, la verdad y la vida\".
Hasta tus prendas llegó tu dolor oh, eterno;
dolor de muerte amarga,
dolor pálido, dolor infinito.
De púrpura se tiñó tu historia;
de la púrpura de tu sangre;
de tu sangre limpia, incontaminada,
sin mancha de corrupción.
Pero el dolor en tu alma fue mayor;
allí brotaron lágrimas desechas en la soledad;
allí oh, Cristo, el desazón te apagó.
\"Acabó contigo el desprecio de tu pueblo\".
Christian Jovani
(Derechos reservados del autor).