Cada vez que recuerdo
me aíslo más,
cada vez que olvido
me duele más.
En cada gota de lluvia
preludian los silencios, las sombras
con su peso corporal,
el granate en su función de brillo
de herida que crece
con su memoria viva.
Cuanto de oral será lo que cae
en el ocaso
cada vez que la vida se hace inclemente,
cada vez que la muerte nos mira
como dichosa hembra,
a la hora en que el sol negro
nos da de lleno en la sed
del sufrimiento.