Querida mía…
Cada gramo de tu insatisfacción
pesa una tonelada en mi débil fortaleza.
Cada segundo de tus lamentaciones
es un siglo de tristeza para mí
Cada paso que das hacia el vacío
es un kilómetro que viajo hacia el abismo.
Cada lágrima que nace de tus ojos
es un río de dolor que crece en mi alma.
Cada palabra tosca y de resentimiento
es un disparo filosófico
que hace sangrar mi pecho.
Y así cada rutina que te afecta
a mí me afectará
de forma exponencial.
Por eso si tú lloras
para mí es un diluvio que se fragua.
Y no olvides que así tú no lo veas,
cada vez que te enferma
el aire que respiras
yo siento que la vida se me acaba.