Del tiempo que, Miguel, te arrebataron,
asesinos de cuerpos y de ideas,
imagino poemas no acabados.
Poesía inconclusa y enterrada,
en tierra con tu sangre bien regada,
secuestrándole al mundo tu presencia
pero aumentando la magia de tu vida.
Ni olvido ni perdón por la vileza
de consumar tan negra felonía.
De lesa majestad yo les acuso
y les reclamo esa vida tuya
que forma parte de la vida mía.
Que me robo también tanta belleza.
Que me inspiró esta triste elegia.