Déjame en la niebla
despejando la incógnita
con dolores arraigados,
con deseos consumidos
por la inagotable ignorancia.
Déjame en la niebla
sin salvarme, ciega, incompleta,
cayendo, arrastrándome sin alma, sin fe,
con paciencia de niña,
con la frialdad que cala mi piel.
Déjame en la niebla
que inventaré mis pasos,
los caminos, las praderas,
los valles, el amanecer.
Déjame cansada crear las condiciones.
Déjame sentir aclarar mis pensamientos,
salir de la niebla, arrastrarme en las piedras
atravesar los muros que dejarán de existir
cuando logre, por fin, salir de la niebla.