En mitad de la tormenta me tropecé,
con miedo levanté mi mirada
y, en ese momento, la vi a ella.
Su sonrisa mostraba luz propia,
su tono de voz transmitía calma,
su aroma era dulce, su tacto suave…
En mitad de la tormenta vi luz,
y sin miedo agarré su mano,
tan fuerte, que creí hacerle daño.
Sus ojos eran mis vistas favoritas,
sus labios un refugio donde podía
escapar de todos mis fantasmas.
Estaba en mitad de la tormenta
cuando ella juró estar enamorada,
y en mitad de tal tormenta encontré calma.
Un día, mi paz interior se estabilizó,
y el juramento de ella se rompió…
Y volví a estar en mitad de una tormenta
por quien un día, de la misma, me salvó.
{Escritor Gallego}