Mis manos inician un abrazo
que mi alma de darte no termina,
de tu pelo aún cuelga un suelto lazo
con mi voz y tu nombre hecho neblina.
La noche está hecha de carbono,
polvo negro de estrellas muy frías,
en su brillo tenue me ilusiono
cuando mis labios al besar herías.
En la llama de tu pecho abierto
en el arco de tu frente clara
la savia de mi boca vierto
de roja tinta si mi amor bastara,
si mi amor bastara para tu risa,
seríamos dos palmas juntas frente al mar
susurrando sus sueños a la brisa.