Invalorable tesoro.
Unió manos infantiles
en clases del colegio y
creció en años juveniles.
Formo parte
de nuestra adolescencia
y juventud.
De nuestras alegrías
y desdichas.
Cómo no querer,
amar y hasta idolatrar,
a los corazones amigos
que vibraban a la par
del nuestro.
Algunas separaciones,
algunos años,
sin vernos.
Encontrarnos,
con algunas cicatrices,
pero indemnes
en el corazón,
y en la Amistad.
Las antiguas amistades,
volvieron a florecer
en invierno.
Luego parareció
un dragón,
expandiendo su fuego,
y la pandemia,
nos acaparó a todos.
En poco tiempo,
en medio del fuego
y la destrucción,
apareció la Amistad,
no ya de lejanos años,
sino de nuevas personas,
ahora instaladas,
con fuerza
en nuestra vida.
Esos amigos
instalados por años,
empezaron a participar
con los nuevos,
en la actual carrera
de la vida.
Ellos forman una falange,
que nos proporciona,
seguridad y cariño.
Lo más importante
del mundo,
es para mí la Amistad.
Prístina, sin intereses,
incólume,
que espontáneamente aparece,
y hecha raíces
eternas.