Vuelves cada tanto,
a llenar las noches vacías.
Alumbras como mil hogueras,
y consumes remembranzas.
Vuelves cada tanto,
en la tempestad,
ahogada en mil gemidos
de mil hombres como yo.
Vuelves cada tanto,
en la profundidad del silencio,
en los destellos del trigo,
entre cien brazos,
que quieren retenerte.
Vuelves cada tanto
como una gárgola que protege
cuando siento un miedo primitivo
cual si fueses la mano de gloria
que me recuerda el fin de algunas cosas.
Y a veces vuelves como los puntos finales
a querer prometerme un comienzo
y no te creo, sabes, ya no espero,
tengo los años apilados
y las personas que quiero.
Ya no sueño, porque si lo hago,
derramo el futuro en el ansia
y me pierdo entre callejas sin flores
y descuido lo que cuido, sin sentido.
Vuelves cada tanto
cuando solitario te pienso.