PARTE 2
Ambos dábamos por terminada esta relación, pero a la vez, en el fondo, quedaba por qué luchar, seguimos por dos semanas en contacto, evitamos vernos para entonces hasta que no aguantamos mas, y pactamos vernos otra vez, estaba atemorizada, angustiada y contenta, conservaba la esperanza de que tal vez pudiéramos entendernos, y a aprender a escucharnos y así volver a empezar junto con este dos mil catorce. Al principio en los últimos días de enero, todo marcha a la perfección, se notan cambios asombrosos; las discusiones dejaron de estar, el amor despertó y esas ganas de no dejarnos vencer se volvieron más fuertes, que aquella primera vez. Vuelvo a sentirme completamente feliz, comienzo a creer en el amor una vez más, pero también mis miedos e inseguridad me acompañan cada noche, en el fondo era como saber que aunque anheláramos salvar lo que quedaba, era un caso perdido, comprendí que la única manera de que todo funcionara como esperaba, sería aceptando que jamás cambiará, su machismo, su egoísmo, su orgullo, no intentaría cambiarlo, a pesar de saber que me hiere y desarma su crueldad. Harta de esta situación, quiero ser fuerte y soltar, despedirme para siempre y soportar mi dolor.
Primero de febrero, despierto, abro las cortinas para dejar entrar el sol, pero afuera estaba todo triste, el cielo completamente nublado y cada rincón mojado, era uno de esos días que aprovechaba para relajar y pensar un poco en qué hacer, y después de pasar una mañana recostada en silencio, decidí que mi mejor opción sería alejarme definitivamente de él, y nuevamente hay un pero, aunque estoy decidida, el dolor nace en mis ojos, en mis palabras, mis suspiros y en mi corazón. Una vez más retorno a mirar el pasado, en la injusticia que hubo en mi vida, otra vez no comprendo, pregunto y pregunto al espejo, mirándome solo a la cara porque odio mi cuerpo, me lastima ver la causa de tanta tristeza y soledad, entonces alguien me oye hablando sola, decide entrar y preguntar:
- ¿Qué pasa Paula?
- Nada, solo es que no entiendo…
- ¿Qué no entiendes?
- Eso, por qué, por qué la vida es tan injusta.
- La vida no es estar bien siempre Paula, sino sería aburrida. Piénsalo.
- Pero yo nunca estoy bien.
- ¡Vení, vamos a leer algo!
Me recosté en las piernas de mi hermana, que era mi segunda madre, entonces Fabiola, comenzó a leer:
- \"Había una vez, una pequeña llamada Lupita... Era una niña muy alegre, muy bella y muy simpática, Lupita vivía en una casita echa de paja, era de una familia muy muy pobre... Pero a pesar de las necesidades que tuvo que pasar, jamás estuvo triste, día a día en su rostro una sonrisa de oreja a oreja despertaba, sus sueños de salir adelante y ayudar a su familia nunca se derrumbaron. Lupita sabía que la vida era muy difícil, que cosas malas y muy fuertes llegarían, pero nunca agacho la cabeza, sabía que algún día cada deseo se volvería realidad. Con paso de los años, Lupita conoce al primer amor, él era una persona de muy buen hablar, con mucha educación y se notaba que era de buena familia, Lupita se enamoro perdidamente y él estaba sorprendido por tanta belleza, su mirada le generaba ternura y con el paso del tiempo nació el amor por ella. Pero Lupita no sabía que su amor en verdad era un príncipe, cuando lo supo se sorprendió, pero más extrañada quedo cuando él casamiento le propuso y ella acepto de inmediato, emocionada y feliz a la vez.
Se casaron, vivieron juntos y la familia de ella salió de la pobreza. Fueron todos inmensamente felices\".
Me quede dormida, ese cuento me lleno de paz y me recordó cuando era una niña risueña y todo estaba bien.
En un par de días estaba por cumplir dieciochos años, no me entusiasmaba la noticia, estaba molesta porque ya nadie me prestaba atención ni se preocupaban de cómo estaba, necesitaba sentir que les importaba porque si no era así, entonces estaba sola, casi sola porque estaba mi perro cerca, acompañándome, siempre fiel. Deje escapar un suspiro y de mi silla fui a la cama, para recostarme junto con mi gran amigo, empecé contándole ese cuento que escribí para él, un cuento real llamado \"Osi y yo\".
Era una tarde de decisiones, de opciones, yo estaba por cumplir quince años, por pasar de niña a mujer, cuando de repente llego el ser mas maravilloso de la creación de Dios, un ser, que con sólo una mirada generó en mi un gran amor irrompible, el fue adoptado con el nombre osito, era un perro lleno de cualidades que se encuentran en pocos humanos, el ser soñado, amado por mi, cuidado por todos y deseado por muchos. Un animal que dedica su vida a cuidar, llenar de amor, de dar felicidad, ternura y compañía a aquellas personas que mas lo necesitan, un perro que en lugar de depender él de mí, yo dependo de él.
Somos dos seres imperfectos, pero dispuestos a entregarnos amor y a compartir hasta que la vida lo permita…
Fue una tarde del dos mil diez, diecisiete de mayo para ser mas exacto, cuando su primer añito osito cumplió, fue una pequeña celebración pero la más importante en mi vida; ¡Mi amigo cumplía años! Yo lo vi crecer, vi sus primeros pasos, escuche su primer ladrido, sentí su miedo a un nuevo hogar con gente desconocida, no lo deje ni un segundo solo ni él a mí, su miedo desapareció, y recuerdo, su primer día con el veterinario, temblaba por el temor pero lo abrace, recuerdo aquel viaje que por primera vez hicimos juntos, conocimos el mar, respiramos un aire nuevo, escuchamos a los comediantes sentados en el piso de una peatonal, hasta que la hora de ir a dormir llego. Entonces recordé cuando por primera vez, a mi lado él se durmió, con aquella canción, \"vida de mi vida\".
Aquel osito, blanco como nieve, enano y travieso, hoy su segundo año cumple, pero algo cambio que me desespero, me hizo correr por la calle llorando desconsoladamente, lo llamaba una y otra vez pero no respondía y fui a buscarlo, aquella noche, osito no estaba en su habitación, como yo creía, desesperadamente salí a la calle y a fin de una hora de buscar y buscar, grite... ¡OSITO!. Alguien viene corriendo a lo lejos, algo pequeño y peludo, era él, corriendo a mis brazos, asustado, tembloroso, desorientado y contento a la vez por haber hallado a su amiga, su madre y su vida. Después de semejante susto, ambos entramos a nuestra habitación, sobre la cama nos recostamos, nos miramos, le sonreí y un beso me dio. Antes de cerrar sus ojos, espero que le cantara su canción... Así fue.
\"de mi pensamiento no puedo arrancarte, estas en mi sangre y en mi corazón... te tengo en mis sueños y en cada amanecer, repito tu nombre por más de una vez... osito... Vida de mi vida te adueñaste de mi y cuando tú no estás conmigo yo me siento morir\".
Cuando termine me dormí a su lado, alegre porque estábamos juntos de nuevo.
Al otro día era mi cumpleaños, espere esta fecha todo el año, porque Mariano me había prometido que vendría, pero no fue así, una vez mas me fallo y esa alegría soñada se convirtió en una tristeza difícil de quitar. Deseaba que ese día no existiera o que pasara lo más pronto posible, la desesperación y las ganas de gritar generaban en mi un ahogo que no me dejaba respirar, aunque más que desesperación era una gran decepción, no soportaba esa sensación que sentía de llorar, y un enojo despertó cuando me acorde de aquellas palabras \"Deseo hacerte feliz\" caigo en cuenta de que solo eran palabras, Posteriormente comencé a escribir otra vez para limpiar mi interior, tenía que sacar todo ese veneno que me carcomía y arranque sin mejoras, mis nervios se disparaban por cualquier cosa, estaba más inquieta, aislada sufriendo por un hombre, la relación con mi familia es insoportable, mi soledad crece cada segundo más, mis lágrimas no dejan de caer, mi alma está completamente vacía, mi corazón ya no soporta tantas heridas. Y cuando menos lo necesito mi madre agrega un comentario inútil:
- Qué estas haciendo por tu vida…
- Lo que se puede.
Me encerré en mi habitación y no salí, sino hasta el otro día, algo era evidente, estaba sumergida en una depresión tan grande que estaba quedándome terriblemente sola. No tenía ganas de nada, ni de escuchar a nadie, en la casa había llegado visita así que agarre mi chaqueta y salí para la calle, camine sin destino hasta que llegue a una parada de colectivo, me senté a pensar, y fue entonces cuando de repente, escuche a alguien decirme \"hola\". Levante la vista lentamente, y lo vi frente a mi, era Mariano, automáticamente me derrumbe entre sus brazos sin decir nada, fue todo silencio un rato largo, hasta que se escucho su voz diciendo:
- Te amo, quiero que seas mi mujer por el resto de nuestras vidas, hacerte feliz, vivir junto a ti y estar todos los días y todas las noches juntos. ¿Aceptas?
- Nada me haría mas feliz… pero, ¿por qué volviste?
- Porque ahora siento que puede funcionar.
Mariano se había decidido a quedarse conmigo, propuso que viviéramos juntos y que nos casáramos, felizmente aceptaba todo lo que decía sin dudar, todo lo que me proponía me encantaba, podía decir que nos fuéramos a vivir al espacio que me parecía hermoso. Estaba mas enamorada que nunca, en ese instante el tiempo se detuvo y no importaba mas nada, Mariano estaba ahí y no necesitaba otra cosa, iba a intentarlo las veces que fueran necesarias, no deseaba una vida sin él, y entonces todos mis problemas se arreglaron, sellamos mi depresión con un beso y un “te amo”, prometió que no quería vivir sin mi, que no soportaba la idea de perderme, que solo anhelaba una relación estable, que estemos bien. Y entonces culminamos todo con una caricia, en una habitación, un beso, pasión, mucha pasión y terminamos abrazados disfrutando del contacto de nuestros cuerpos transpirados, calientes, vencidos ante el amor mutuo y sincero.
Volví a casa feliz, tan feliz que no dejaba de sonreír, de recordar lo que paso, todavía me parecía un sueño, tanto me pareció que pellizque mi brazo para asegurarme de que estaba despierta, no pensé en nada que pudiera quitarme tanta felicidad junta, necesitaba terriblemente sentirme feliz una vez, solo una vez, no pedía otra cosa que no fuera un poquito de regocijo, quería fuertemente detener mi sufrir y Mariano era el indicado para que eso sucediera.