Lo tildaron de quedado, conformista, mezquino.
Había rechazado una oferta laboral
en las afueras de la ciudad con un jugoso salario.
Mientras tanto, sentado en el jardín de su casa,
contemplando un ciruelo y un limonero,
acariciando a su mascota y viendo a su hijo jugar,
abrazó a su esposa, miró hacia arriba
y agradeció tanta riqueza acumulada.