Vi sus encantos…
llenos de
irresistible belleza;
sus iris verdes llamativos,
su perfil perfecto,
escuché su voz,
experimenté poco
de su indescriptible
terneza.
¿Amigos?
Sí;
con sentimientos
enredados, complicados,
ricos en su humildad,
minúsculos en su pobreza.
Extraño de forma extraña
el poder hablar con ella,
sentir otra vez sus manos,
la calidad de sus palabras,
lo vivo de su mirada,
sus gestos,
su respeto y nobleza.
Inyectó cianuro sin querer
en mi torrente rojo,
tiñéndolo de rica tristeza…,
porque solo pude tener
su amistad con fuerte amor;
que no pudo ser,
pero…
fue hermoso,
nuestra amigable relación,
con un tono transparente
que reflejaba su fuerza.
No sé si volveré a verla,
si otra vez…,
será;
y aún siento,
me encantaría tenerla…
A.Maestre