Como pájaro herido vagaba entre las ramas
de un árbol que vivía en su eterno invierno,
este se secaba por falta de agua
y el frío dejaba en mí un corazón de hielo.
Un día, el árbol señaló un rayo de luz
en un cielo gris lleno de nubes negras,
entre tanta sequía llegaba, por fin,
la lluvia que calmó la sed, al igual que el llanto;
dándole tiempo al tiempo, este árbol floreció,
creándole un refugio al pájaro herido entre sus ramas.
Sus ramas, que siempre me habían acompañado,
sus hojas y sus flores, fueron mi lugar de calma.
A día de hoy, no necesito más que el árbol,
quien me salvó de ser la presa perfecta
para unos depredadores llamados Humanos.
A día de hoy, soy yo y este lugar en el árbol.
{Escritor Gallego}.