Sus nombres no se borran de la historia,
quedando en el jardín de las valientes
la sangre de unas flores inocentes
que nunca olvidará nuestra memoria.
Perfuman con aroma de su gloria
el recuerdo de tantos combatientes
que murieron en zanjas o en los frentes,
Carmen, Pilar, Virtudes y Victoria.
Y los pétalos de Ana o de Martina,
corolas de esas jóvenes hermosas,
como Julia, Dionisia y Joaquina.
El heroico ramo de trece rosas,
de Elena, Blanca, Luisa y Adelina,
eternas e inmortales mariposas.