Cuánto, cuánto te quiero,
dulce vicio en mi piel,
la dueña de mi ser
y de todos mis sueños;
eres mi amor supremo,
la dicha que busqué,
manantial de mi sed
combinado con fuego;
eres llama encendida,
mi rosa de cristal,
causa de mi alegría
de mi felicidad;
la luz que me ilumina,
jamás se apagará...