El eco se mordió la lengua
y convirtió las palabras
en cáscaras de nieve,
donde veranean mis corazonadas,
Matrioska rusa
de los sueños,
usando el sol
como única prenda de abrigo,
menos escalofríos
que disparar
contra un tren azul
al compás del chachachá,
Si sigues ahí
te salpicarás de espejo,
adorno del destino
envasado al vacío,
que como vino
se fue,
aún sin saber
si dejará intactas
las replicantes horas
de tu acechante vigilia.